viernes, 10 de diciembre de 2021

Gracia y muy señor mío

Y lloró, lloró tanto que Marta, su madre, no tuvo más remedio que levantarse para ver si podía consolarla, hasta que cayó en la cuenta de que aún faltaban tres meses para salir, precisamente, de cuentas. Esa fue la primera vez que Marta supo que llevaba en sus entrañas una niña y que, además, tenía la gracia. Había oído hablar de esas cosas de la gracia pero nunca pensó que le pasaría a ella.

   A la mañana siguiente fue directamente a la casa de la tía Ratona que era la curandera del pueblo. Aunque ella creía que era muchas cosas más pero ahora no quería pensar en ello. El llanto de su hija la había despertado ya de madrugada, y nadie mejor que la curandera del pueblo para decirle qué demonios significaba, si es que hay algo de magia en ello o es simplemente era algo natural.

    Al doblar la esquina la curandera estaba, como siempre que no tenía feligreses a quienes atender, esperando tras el cristal de la puerta. Marta bajó su mirada pues no quería que sus ojos se cruzaran con la de la curandera por esas cosas del mal de ojo. Se maldijo por no haber cogido un escapulario, en adelante, tendría que echárselo en el bolso o cogerlo a la costura de sus bragas con un alfiler. La tía Ratona no le dijo ni sí ni no, ni esto o lo otro, solo asintió con su cabeza mientras se rascaba la verruga peluda y negra que tenía debajo de una de sus fosas nasales.
 

   Marta se dirigió a casa de su madre un tanto malhumorada pues la curandera, o bien no le había querido decir nada o, como sabía que no le iba a pagar porque era más pobre que las ratas, no se molestó en acudir a sus argucias escénicas ni polvos mágicos por aquello de no malgastar sus poderes, ni tampoco su escaso tiempo. Su madre la recibió con los brazos abiertos y un hatillo de comida, desde que su yerno había abandonado a su hija por otros brazos más, digamos, jóvenes y menos malhumorados, su hija la visitaba cada vez que los armarios de la cocina devolvían el eco de los gruñidos al abrir sus ajadas puertas. Marta preguntó a su madre por la cuestión que le había llevado a verla pero ésta no supo qué contestarle así que se marchó, no sin antes recoger el hatillo de comida.

    Su madre le había dicho mil y una veces que se quedara con ella pero si se iba de su casa la perdería para siempre, y eso no iba a consentirlo, no ahora que estaba tan cerca de quedarse con la casa. La casa que ahora habitaba estaba abandonada y el dueño había muerto dejando las deudas al ayuntamiento y las compañías de luz y agua; así que ella se había hecho cargo de todas ellas con lo que según la ley podía reclamar su propiedad al haber pasado más de diez años desde que la habitó su dueño. Lo que se llama en el argot legal la usucapión ordinaria.

    Cuando llegó al bar donde fregaba los platos por una comida diaria, y algo de efectivo, el dueño y un montón de gente estaba celebrando que les había tocado los cupones de la ONCE, nada menos que treinta mil euros, y entre los vendidos allí estaba el premio acumulado a la serie. Cuando su jefe la abrazó cayó en la cuenta de que ella llevaba, precisamente, un cupón que le había regalado el viernes. Al sacarlo del bolso para ver si era ella la afortunada oyó una risa en su interior; se llevó las manos al vientre y supo que su hija tenía la gracia porque ella llevaría la fortuna y suerte a todos cuantos estuvieran a su alrededor mas la desgracia para ella misma, esa era su don y también su maldición.

    Una noche se puso de parto y avisó a su madre que ahora vivía con ella y eran muy felices pues la diosa fortuna había irrumpido en sus vidas para quedarse a vivir con ellas y todo gracias a la hija que venía en camino, lo único que le preocupaba es que ella sería desafortunada y desgraciada de por vida.
 

   Esa misma noche dio a luz en un parto difícil y muy complicado. Todo eran dudas en su pequeña cabecita pues tenía miedo de que su hija viniese a este mundo con alguna tara, defecto o simplemente que no fuese normal. Y de pronto todo su temor se diluyó como motas de polvo en la lluvia temprana al oír el llanto del bebé.
 

   La enfermera le puso encima de su vientre a un pequeño ser que la inundó de paz, amor y esperanzas. Entonces cayó en la cuenta de que había empezado otra historia con la que no contaba pues la enfermera, con una sonrisa llena de perlas blancas como el nácar le dijo: "Enhorabuena, has tenido un niño precioso, rubio como el sol, blanco como la leche y con unos pulmones fuertes como el fuelle de la Fragua de Vulcano".

    Marta contuvo sus lágrimas y solo buscó la mano tendida de su madre, la apretó y, mejilla con mejilla, se fundieron en un solo llanto de alegría como nunca antes habían hecho.

 


viernes, 3 de diciembre de 2021

La Alternativa

 Os dejo el relato que hice para un concurso, más parece el ensayo de una novela,  pero que me hizo mucha ilusión escribirlo. Que lo disfrutéis.





Titulo de la obra: La Alternativa

Todo lo que conoce del mundo está entre los cuatro muros que delimitan la hacienda donde nació hace ya algunos años, pero no tantos como para que su horizonte se pierda en lontananza. Su nombre es Leo y carece de toda maldad. A fuerza de estar siempre en el mismo lugar sus ambiciones, sueños y metas solo están agazapadas en su mente a falta de que algo, o alguien, les dé un pequeño empujoncito para que se liberen y transformen una existencia plácida, por la ignorancia, en una vida mundana abierta al mundo exterior, ese mundo que no conoce aún pero que tanto tiene que ofrecer.

    Leo es el nieto de los guardeses de la hacienda. Su madre Anabel tuvo la desgracia de salir guapa y lozana, como una rosa sin espinas recién cortada en el rocío de la mañana.

    El amo de la hacienda era, por más que quisiera ocultarlo, mujeriego empedernido y salteador de alcobas a la luz de cualquier astro que pudiera guiar sus pasos, en pos de mozas en estado de merecer. Su madre le había advertido de los peligros del amo y, como buena madre, le sugirió mil y una formas de revocar cualquier situación mas, si estas no fuesen válidas, su meta sería no estar abajo sino arriba por eso de que era menos probable que quedase encinta.

    Anabel sucumbió a los asedios del amo, bien por aquello de no hacer el feo, según decían algunos, o bien porque la chica había salido un poco ligera de cascos y gustos algo refinados que bien le costaron sus cuartos al amo; cosa que no estaba bien vista en la hacienda. Anabel yació de esas mismas mil maneras que tenía que evitar y en ambas posturas por lo que lo que Leo vino al mundo un 28 de diciembre como una broma de mal gusto o simple coincidencia, solo dios sabe el porqué.

Después de dar a luz, Anabel marchó a servir a la ciudad por aquello de cambiar de aires o más bien por calmar los ánimos de la señora que se barruntaba que el niño bastardo era muy parecido a su propio hijo y eso la sacaba de quicio.

    Anabel fue despedida de varias casas de servicio donde tuvo que soportar el hostigamiento de otros tantos amos. La madre de Leo terminó haciendo la carrera sin estudiar y su final no se hizo de esperar.

    Leo quedó a cargo de los abuelos en la hacienda donde era tan feliz como ignorante de la vida que hay más allá de esos muros que, de momento, nunca había sentido como una jaula construida para cortar los vuelos de alguien que estaba destinado a ser lo que él quisiera por muy altos que esos muros fuesen.

Pasaron los años y Leo se hizo muy querido entre los de la hacienda pues era muy servicial y ayudaba a todo el mundo, pero lo que más le gustaba era apoyar el respaldo de la silla contra la pared y recostarse para mirar al cielo jugando con las nubes pero siempre dentro de esas cuatro paredes.

    Una tarde apareció una nube, blanca como el algodón de azúcar y Leo se fue con ella como la juventud se va con los años.

    El abuelo le dio un poco de dinero, su abuela un beso en la frente y así lo dejaron marchar porque las cosas había que tomarlas tal y como venían. La marcha de Leo estaba escrita en el cielo con letras hechas de nube esa misma que sus abuelos sabían que se lo llevaría.

     Leo anduvo por tierras y mares en busca de aventuras que vivir y se cansó de ellas así volvió a montarse en su nube hacia su siguiente destino: tenía que hacerse un hombre de provecho y para eso tenía que estudiar.

     Empezó a trabajar en una imprenta, por las noches se puso a estudiar y en sus ratos libres ayudaba a la gente, fuera lo que fuese que necesitaran. Su jefe le dijo que así no llegaría a ser nada en la vida; pues si ayudaba a la gente con su dinero nunca tendría lo bastante como para salir adelante. Leo reflexionó sobre las palabras de su jefe que le había cogido mucha estima pero lejos de tomar buena nota del consejo siguió haciendo lo que su corazón le dictaba.

    El destino es caprichoso y los designios de dios solo Él alcanza a su comprensión. Leo ayudó a un hombre que estaba llorando en la puerta del banco pues lo habían sacado a rastras porque iba a perder su hacienda. Leo lo consoló, le trajo un vaso de agua y el hombre entre suspiro y queja le contó su historia.

     El hombre le contó que al día siguiente iban a ejecutar, si nadie lo impedía, el embargo de sus Haciendas por impago de un préstamo que había tenido que pedir tiempo atrás. La culpa era suya pues era un mal hombre, mujeriego, bebedor, jugador y tenía todos los vicios imputables de cintura para abajo. Su mujer le había abandonado llevándose a su hijo para hundir más aún, si cabe, su poca autoestima.

    Leo miró a los ojos al pobre hombre y se vio reflejado de alguna manera en ellos. Al principio se incomodó sin saber el porqué pero cuando el pobre diablo le dijo el nombre de la hacienda cayó en la cuenta. Un miedo que nunca antes había sentido inundó su corazón. El terror le sobrevino casi sin querer pensando en el destino de sus abuelos y de toda la gente que vivía en la hacienda y que habían sido tan buenos con él. Su cabeza volvió de nuevo al lugar de su infancia donde había sido tan feliz y supo que tenía que hacer algo.

     Entró en el banco con su padre(aunque él no lo sabía) del brazo y pidió ver al director. Estaba en tercero de derecho y tenía los conocimientos suficientes para meterle el miedo en el cuerpo al pobre director qué, cogido por sorpresa, no tuvo más remedio que alargar el plazo de ejecución del embargo tres meses.

     Leo llevó a su padre a un notario donde le reconoció como socio y apoderado de sus haberes , le dio poderes para administrar todos sus bienes y a cambio Leo lo dejaría vivir en la hacienda hasta el fin de sus días como si fuese el dueño, prometiendo a Leo que nunca volvería a las andadas.

    En el primer corte de la temporada del melocotón, Leo recogió el suficiente dinero como para pagar la deuda que tenía hasta el momento con el banco, que no el total del crédito que debía y, además, dejó la cuenta con la suficiente holgura como para seguir sin problemas.

    Leo descubrió entonces que el amo era su padre, alertado por los abuelos, y que  tenía más de una hacienda, además de varios negocios que bien llevados terminaron por hacerle rico.

    Leo terminó sus estudios y entonces fue a las haciendas en busca de hijos bastardos pues imaginaba que el no había sido el único. Encontró no menos de uno por hacienda y les dejó la administración de la misma a ellos. Contrató un bufete de abogados y entonces buscó a su hermanastro, el hijo legítimo del amo, al que entregó la administración de los negocios fuera de la hacienda. Leo se quedó con la administración de todo el holding empresarial.

     Leo había ayudado a los demás y se sentía bien, su padre había cumplido y ahora era un hombre respetado por todos ya que nadie sabía la verdad de lo que había ocurrido.

     La nube blanca como el algodón de azúcar devolvió entonces a Leo a la hacienda donde había pasado su infancia y donde sus abuelos lo recibieron con todo el cariño del mundo.

     Leo se pasaba el tiempo sentado en la misma silla que apoyada en la pared le llevaba por todo el mundo persiguiendo esas nubes que pasaban por encima de su cabeza y en sus ratos libres ayudaba a la gente.

Que las abuelas son seres mágicos que todo lo saben es algo que nadie pone en duda, al igual que una cata a ciegas de su comida: siempre te gustará. Un día la abuela llevaba una limonada a Leo y le preguntó mirándole a los ojos porqué había vuelto para vivir como antes si ahora era rico, tenía estudios y podía darse cualquier lujo que quisiera. Leo miró a su abuela con una sonrisa y una mueca de extrañeza en su cara pues no tenía ni idea de como se había enterado de todo.

      — Antes no tenía elección pues este era el único mundo que conocía. He conocido otras formas de vivir, los brazos de una mujer y todo cuanto se puede hacer con dinero pero es mi elección y esto es lo que me gusta, esta es mi elección.

Leo sonrió mientras miraba las nubes pasar. La abuela le revolvió el pelo en señal de aprobación a la vez que le daba un beso en la frente como acostumbraba a hacer.

Leo cerró sus ojos mientras las nubes pasaban de largo; quizás, solo quizás, porque temía que una nube blanca como el algodón de azúcar se lo llevara lejos, muy lejos...


Julio de 2021

domingo, 31 de octubre de 2021

Tan cerca... y tan lejos.







 Detrás de ti y tan lejos

Miro para ver y sentir

Como late mi corazón,

Cuando te siento allá

Y se desboca al estar aquí.

Solo el roce me hace sufrir

Y la distancia es penitencia

Al recordar tu mirada,

Al conquistar los suspiros

En tu alcoba enclavada.

Mi esencia por un gemido

De esa entereza esclava

Mi vida por el juego

En la unión de almas.

Mi desvelo por ser inmortal, 

Allende, allí donde tú vayas.




viernes, 24 de septiembre de 2021

Girasoles


 

A cada paso

soy capaz del asombro:

mirar para ver 

y ver para admirar.

Las cosas que aparecen

junto al camino

y que no te dejan indiferente

son las que más recuerdas;

las que te dicen que perteneces 

a este mundo en el que vives

pero quizás, solo quizás,

(y puede ser solo una apreciación)

tu imagen empañe el objetivo

simulando estar sin pertenecer.

Al fin y al cabo somos 

aquello en lo que nos convertimos,

y nos hemos convertido

en algo tan viperino

que descuadra el objetivo.

domingo, 30 de mayo de 2021

Amarillo



A la orilla de la playa
Los colores que más brillan
Son los que menos duran
Por eso me gustan tanto.
Verde amarillo 
Amarillo y verde
Colores que se funden 
En la pupila de tu mirada
Con los ojos que te espían 
Que no son otros que los míos
En busca de tu efigie 
Al alba en la madrugada
Aurora de dulces luceros
Que me despiertan cada mañana.









 

miércoles, 19 de mayo de 2021

La partida

 


Ahora estoy aquí, ni siquiera soy capaz de entender las razones que me han llevado a sentarme en esta mesa. Conozco todas las sorpresas y por eso nunca pierdo el control. El tapete verde es símbolo de trampa escondida en cada manga, en cada sonrisa, en cada gesto y, sobre todo, en cada diente de oro que relumbra de forma hipnótica.

     A mi derecha el hombre que vendió el mundo, ni siquiera me atrevo a fijarme en sus ojos  la profundidad es tal que siento vértigo; frente a mí está el vendedor de la Torre Eiffel, su sonrisa eriza mi espalda congelando mis vertebras; a mi izquierda el joven que engañó al mismísimo diablo, frío como el acero, de piel tan blanca que hasta su iris se confunde entre la esclerótica: su sola mirada arredra.

    He contado las cartas y llevo la mano ganadora (no os he dicho que soy contador de cartas profesional, vamos un angelito al lado de mis compis); pero al póker poco importa las cartas que lleves cuando tus oponentes llevan las mangas de la camisa hasta la muñeca y el mundo a sus espaldas es tan ancho que no hay dios que llegue a sus confines.

    La suerte está echada y sin límite de apuesta solo me queda ir con todo... con todo.






lunes, 17 de mayo de 2021

En la cima del mundo

 



Nunca pensé que sería así. 

   Lo veo en tu mirada y veo la  sorpresa reflejada en tus ojos: tienes miedo por mí.

   Me hablas de un mesías que siempre me acompaña y no es así, no conmigo, yo nunca perdí el control y en el tiempo añadido escondí mis sueños, nunca debió ser así, nunca debió ser así. 

   Cuando Él me dijo, hace ya muchos años, que si quería estar en la cima del mundo solo tenía que cerrar los ojos y desearlo con todas mis fuerzas, nunca pensé en las consecuencias. La cima del Everest cuando el cielo está despejado es simplemente hermosa, lo más bello que puedes imaginar y, al mismo tiempo, el astro rey hace de tu sombra la mortaja. ¡Dios el mundo es tan bello!

   Todos nos preguntamos lo mismo, pero ahora ya no importa, ahora no y a lo largo del tiempo tampoco. Nunca se debe estar solo en la cima del mundo y en mangas de camisa menos. El frío ha congelado mis pupilas y mi última imagen es simplemente bella como el reflejo del deseo en las pupilas de una bella Donna. 

    Ahora  mi grito es la promesa de libertad dentro de mi prisión. Siento que haya sido así porque nunca pensé que sería así...



 

jueves, 1 de abril de 2021

Brasas que crepitan...



A veces la realidad se nos muestra como unas brasas que crepitan. Sientes que si te quedas demasiado cerca te puedes quemar y cuando te alejas adviertes la necesidad hipnótica de mirarlas.
     En las brasas depositamos nuestros temores más infundados cuando la soledad es ese pasajero que habita en el asiento de al lado.
     Nuestras culpas asoman por el resquicio de esas puertas cerradas que nos aíslan para congoja de sentimientos ocultos. Es hora de volver sobre los pasos  que hicieron camino a esas brasas que nos mantienen vivo mostrando que, aunque no hay garantía de que así sea, en esta vida no siempre hay que echarse a las brasas, pero si te alejas de ellas el vacío queda a una cuarta de ti.











sábado, 27 de marzo de 2021

Luna de magia.


La luz envuelve la magia

cuando miras para ver,

inadvertido, siento su mirada

dentro de mi ser,

y  todo cobra sentido

cuando me mira al descuido.

Noche de brujas,

luces de bohemia,

en todo su esplendor.

Es mi luna gitana

la que se cuela 

por la ventana,

apátrida toda ella,

queriendo ser doncella.

Me ama

y la quiero.

Es mi luna,

esa que teje la alfombra, 

cuando se viste 

de luna llena

mostrando el camino,

el camino,

que hasta ella me lleva.


 

sábado, 20 de marzo de 2021

La gota que hace mar



Bajo el palio celestial

sigo mi camino

casi, casi sin mirar atrás.

Solo vuelvo mi cabeza

para echar una ojeada,

cuando la luz

se abre camino,

para mostrarme 

cuanta es la paciencia 

que otorga la templanza.

Si el resplandor del relámpago 

es solo el halo,

la fascinación 

transforma el aire

cuando lo cruza el rayo.

Ahora que puedo respirar

sin que las marcas

hiendan mi cara 

( malditas mascarillas )

el viento se luce a mi vista

para recoger la grandeza 

y hacer de mí 

esa gota de agua 

que se hace marea

confundida en esa mar

en ese mar 

que me revela su grandeza.




viernes, 12 de febrero de 2021

Sigo aquí...

 



   La noche es compañía agorera pues; mientras yo quiero volar por encima de mis zapatos, ellos se obstinan en seguir a ras de suelo. La lucha es inclemente y la noche larga.
Mientras mis zapatos al asfalto se agarran, mi mente vuela hasta la luna... o cualquier lucero que se hace madero en este crepúsculo de sombras que reflejan los naufragios de tantas noches en vela, de tantas noches empeñado en surcar los cielos que se iluminan a mi paso, que se me revelan como salvavidas en esta mar que azota sin compasión la canícula. Ahora hago de la espera mi talión hasta expiar mi pena.