sábado, 30 de mayo de 2015

El emisario del Tiempo V

               -La gente cada vez está peor: "Que esté atento a las señales" será posible... ¿Es que tengo cara de tonto o qué?- me digo mientras me vuelvo a mirar las manos, esta vez están vacías, como siempre.

   Después de andar unos cuantos pasos, vuelvo mi cabeza atenazado entre la curiosidad y el temor, pero el caminante ha desaparecido. Vuelvo a mirar, ha pasado tan poco tiempo que no es posible que haya desaparecido, el camino no tiene variantes, ni a un lado ni a otro, sigue recto y, además, no hay cuestas ni tampoco arboles grandes que puedan ocultar a una persona adulta. En fin, la tarde me vuelve a embriagar con sus dulces aromas y se me ofrece para acompañarme en mi paseo para aclarar mis ideas y dejar que mi mente vuele tan lejos como quiera.
   Al cabo de un rato miro a mi alrededor en busca de pistas que me sitúen pero más allá de hacerlo, todo cuanto veo me es extraño, pero no por ello hay temor en mí, todo lo contrario: una paz interior parece salir para acallar mis dudas y decirme que todo está bien ¿Será una"señal"? Las palabras del caminante toman ahora forma en mi mente y cuando veo una luz que parece un candil al final del camino, que se me antoja nuevo y extraño, sé que es ahí hacia donde debo dirigirme.
 
        -¿Pero qué demonios?- Es la pregunta que me asalta cuando llego a las puertas de mi destino: Una fonda del siglo XIII o XIV algo que he visto en las películas que versan sobre la Edad Media. Sin pensármelo dos veces abro la puerta y me veo inmerso en una fonda tan antigua y bulliciosa como el tiempo, miro hacia detrás para contrastar la paz que he dejado detrás de mí pero la puerta ya está cerrada, ni me atrevo a salir; algo me dice que no lo haga, esta aventura es hacia delante sin mirar atrás. Entonces le veo, se parece al caminante, pero más, como diría sin ofenderle, es como si el tiempo le hubiera caído encima de golpe y no hubiera podido remediarlo. Alza su mano macilenta cuyas venas se enredan en sus huesos para dar, si cabe, un toque más macabro a su aspecto  indicándome que me acerque a su mesa. Todos los presentes en la fonda callan ante mi presencia y giran sus cabezas para dirigir sus ojos hacia mí. Despacio me abro paso hacia la mesa del caminante y cuando llego a su altura, alguien me ofrece una silla que recojo gustosamente para sentarme en ella, entonces el caminante me ofrece su mano mientras una mueca de sorna, que aparenta ser una sonrisa, se refleja en su cara mientras me dice: "Bienvenido, te estaba esperando".
   La duda me asalta entre salir corriendo o agarrar la mano tendida. Me declino por lo segundo.

              - ¡Dios Santo! ¡Qué cojones...! ¿Quién diablos eres?- Es todo cuanto puedo decir sin llegar a vomitar mientras me quedo clavado en la silla perplejo ante lo que han visto mis ojos y he sentido en mi corazón.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Parada sin fonda.

  Esta vida pasa muy deprisa, tanto qué: si no te paras de vez en cuando para echar un vistazo y ver dónde estás, qué haces y qué quieres de ella, te la pierdes. Tienes que llevar cuidado porque si te pilla al descuido te atropella (tu propia vida) sin remisión para dejarte en la cuneta. Escribo esto porque quizás, solo quizás, hoy necesito pararme para saber dónde estoy, qué hago y qué es lo que realmente quiero; pero es que va tan rápida que tengo la sensación de que me la estoy perdiendo.

sábado, 23 de mayo de 2015

miércoles, 20 de mayo de 2015

Buenas noches.

   Esta noche se me escapan las palabras... se van volando lejos, muy lejos para desaparecer. Y solo quiero traer a mi memoria aquellas que nunca dije, las que se quedaron pegadas a mis labios (y los   tuyos) para nunca salir y que se transformaron en besos.
   Y ahora déjame que te mire mientras te haces la dormida, lo necesito para seguir respirando, para seguir viviendo... y no te rías, ya sé que puedes leerme el pensamiento.



domingo, 17 de mayo de 2015

De ruta.

Vienen a mí los caminos por recorrer;
veo de lejos su destino
para señalar allá en el horizonte
una guía alternativa al rumbo.
Los riscos de las laderas,
atenazan los refugios de los valles
y sus precipicios vagan
en busca de algunas víctimas propicias,
suben trepando ahogados cánticos
de almas lesas, agraviadas por el fatídico final.
Mi rumbo, cual engañada brújula
no separa del camino, ni hambre,
ni tampoco el buen vino.
¡Qué buenos esos masajes para los calambres!
¡Lástima que queden tan lejos esos dedos
que tanto aliviaron mis andares!
Camino y tiento, soltando por mi boca el aliento
y una canción que aprendí en la linde del camino
mientras degustaba miel acompasada
de buena charla y mejores tertulianos.
He me aquí en la disyuntiva:
seguir el camino que se me revela ante mis ojos
o hacer depósito de huella propia,
calzando mis pies de nuevas rutas.

viernes, 15 de mayo de 2015

El Emisario del Tiempo IV

   Peter no sabe dónde se encuentra, simplemente porque él no entiende de esas cosas, él solo sabe de su mundo. Hay un hombre golpeando a su madre mientras le grita en la cara algo que es incomprensible, pero claro, es que Peter tampoco entiende el idioma que usan los mayores, bueno, el de su padre sí, pero su padre ya no está... bueno eso tampoco es del todo cierto, se fue pero sigue estando.
  Peter ni siquiera siente el dolor cuando ese hombre tan bruto, con esas manos tan grandes le da una hostia que le tira de culo. Peter se levanta, con su cara de bobalicón y, como la silla ya no está en pié, se sienta en el suelo, pero no se mesa el pelo, no se toca la cara con su mano, a pesar de que le hierve, solo se queda sentado en el suelo con la mirada perdida.

               -¡Ves a lo que me obligas perra inmunda!- vocifera el hombre malo-. A mí no me gusta pegarle a los niños, y menos a los tontos, ¿ sabes por qué tu hijo es tonto? Pues porque sus padres son tontos. Si me dices dónde está lo que busco y que el hijoputa de tu marido me robó, pues no pasa nada... ¡No pasa nada. Joder!- termina diciendo mientras se acerca de nuevo a Peter.

     La madre de Peter no contesta, solo gira su cabeza para intentar ver a su hijo, pues éste ha empezado a tatarear una canción; hum, hum ... hum hum hum... hum, hum hum. Y eso no había sucedido nunca...

    El hombre malo arma su puño mientras mira a los ojos de Peter, solo ve sombras.

    Peter fija la vista en el espejo de Padre, un espejo negro que a Madre no le ha gustado nunca, pero a él sí, y a Padre también.
    Al hombre malo no le da tiempo a parar su puño cuando ve en la pupila de Peter cruzar una sombra que conoce muy bien y siente un escalofrío que se convierte en pánico. Peter saca su lengua para saborear la sangre que corre por la comisura de sus labios mientras mira a Madre, algo que nunca antes había sucedido y Madre pone cara de extrañeza, pues ve en su hijo, algo que nunca antes había visto mientras se le eriza la columna vertebral. El hombre malo golpea a Peter y un aullido sale de su boca, su zarpa se enrojece por momentos mientras un humo negro con olor a cieno sale de su tobillo izquierdo inundando toda la habitación de ese olor inmundo con sabor a muerte. Ahora el hombre malo está en el suelo con los ojos fuera de su cuenca, pero negros, su boca abierta mientras su lengua se ha encogido en su paladar para asfixiarle y, derrumbado en el suelo, su cuerpo de mastodonte da un par de sacudidas para terminar inerte en el suelo, de sus oídos empieza a manar un hilo de sangre...

     Peter vuelve a mirar el espejo negro, sonríe mientras tararea esa música que a su Madre empieza a sonarle... es de una serie de televisión algo de Juego de... pero no termina de sacarle el ritmo mientras se desmaya.

    Peter vuelve a mirar el espejo negro y en sus pupilas una bruma se refleja tan negra que solo él es capaz de verla. Ahora la cara de Peter muestra una mueca que solo él sabe que es un atisbo de sonrisa mientras sigue tarareando: hum, hum ... hum hum hum... hum, hum hum...
 
 

miércoles, 13 de mayo de 2015

sábado, 9 de mayo de 2015

viernes, 8 de mayo de 2015

El emisario del Tiempo III

                 - ¿Estás seguro de que quieres venir?

                 - No tengo alternativa . . . y lo sabes Juan. Arranca de una vez, antes de que alguien empiece a preguntarse qué hacen dos gilipollas en una lancha a estas horas.

                 - Ray, mírame a los ojos, si zarpo no habrá vuelta atrás, eres mi hermano pequeño, no tienes porqué hacerlo...

                 - Sabes que le debo dinero al hijo de puta del Gordo y si no se lo devuelvo mañana lo voy a pasar mal...- contesta Ray mirando de hito en hito a su hermano, sin pestañear, aguantando la mirada como si el miedo no fuera con él. En su interior le temblaba hasta el alma.

                 - Como quieras, vamos allá. Ah, nada de heroicidades, si aparece la lancha o el helicóptero lo tiras todo por la borda, ¿Me oyes?- le dice Juan dando un apretón del brazo a Ray- Lo tiras todo, asiente con la cabeza si me has entendido- sigue inquiriéndole mientras los potentes fuera-bordas convierten el silencio de la noche en un estruendo ensordecedor.

    Ray baja la mirada y asiente con la cabeza mientras se zafa de la zarpa de su hermano mayor. Vuelve a mirarlo con la extrañeza de quien sabe que este no es su sitio, tampoco el de su hermano pero así es la vida. . . 

                 - ¡Pues vamos allá ... !- grita Juan al viento mientras el embarcadero se va diluyendo.

     Ray se agarra como puede a la barra de acero que le sirve de asidero mientras la lancha se pierde entre los saltos de espuma, el viento en la cara y el miedo en el alma, en una noche sin luna.

           

miércoles, 6 de mayo de 2015

El emisario del Tiempo II

Recogí el cigarrillo de su maltrecha boca para darme cuenta de que ya no estaba, se había ido, y su mirada andaba perdida allá donde su mente se encontrase. Comenzó a hilar palabras inconclusas balbuciendo otras que eran ininteligibles. Y miré de nuevo a sus ojos entonces comencé a encontrar las pistas de lo que estaba ocurriendo pero no la respuesta. Donde antes había un infinito perdido ahora aparecían sombras que helaban mi sangre y atenazaban mi corazón y eso no es fácil que ocurra en mí; entonces le zarandeé con todas mis fuerzas y su cabeza parecía a punto de salir rodando hasta que volvió en sí y mirándome asombrado se incorporó...

                        - ¿Qué cojones haces tío? ¡Quieres matarme o qué!- me dijo escupiendo por la boca mientras se masajeaba el cuello.

                       - ¡Joder! Tenías que haberte visto parecía como si te hubiese dado un yuyu ... me has asustado de verdad ...

                      - ¿No me habrás tocado las manos? ¡Dime que no...! - me contestó con furia contenida en sus palabras, como si mi vida hubiese dependido de ello. .

                      - ¡Serás capullo!, ¡qué mierda es esa de que no te toque las manos en tus "Transformaciones"!, ¡siempre igual; "no me toques las manos, no me toques las manos"! ¿Qué me va a pasar ... me voy a volver maricón o qué? - le espeté casi rozándole la cara, y enseguida me retiré de él tapándome las narices ante el fuerte olor que despide cuando entra en estos "trances".

                      - ¡Déjame en paz ...!  y pide otra frasca de vino si quieres que siga contándote mi historia.

                      -Por hoy está bien, ya me has asustado bastante... te dejaré pagada la bebida. La mar me espera y esa zorra no perdona ni una, así que tengo que estar sobrio.

                      -Cuídate esta noche, no hagas tonterías, mañana te espero para continuar con mi historia- me dijo mientras con un acto involuntario casi roza mi hombro con su mano...

                   

   
 

lunes, 4 de mayo de 2015

El emisario del Tiempo I

   La tarde se me echó encima, el camino se me hacía lento pero no cansino; pues estaba disfrutando de cada momento, de cada vista que el paisaje me ofrecía y, sobre todo, del silencio que tanto me acompaña en mis paseos. El caminante se me echó encima casi sin darme cuenta, por un momento sentí miedo, su aspecto no era muy halagüeño pero cuando intercambió un saludo al cruzarnos toda reticencia por mi parte se diluyó: su voz era tan dulce y profunda que nada malo podía salir de tan armoniosa sentencia: "Buenas tardes nos de Dios, y que sea él mismo el que te acompañe y guíe". me dijo mientras cruzábamos nuestros pasos. Por un momento no acerté a decir nada pues me pilló por sorpresa. Le miré a los ojos y solo alcancé a ver bondad en ellos. Por fin, ya alejado unos pasos del caminante, me volví y conteste: "Igualmente, amigo caminante, que Dios guíe tus pasos en esta tarde tan armoniosa que Él nos ha regalado para que la disfrutemos".

            -El reloj de arena que llevas en la mano no te pertenece. No es tu tiempo el que cuenta. -me contestó el viajero mientras daba vuelta a su cabeza mirándome con dulzura.

           -No acierto a comprender qué quieres decir,  no llevo ningún reloj en mis manos y menos aún de arena...

           -Mira bien entre tus manos- me dijo mientras hacía alto en su camino y se volvía para ponerse frente a mí.

    Para mi asombro, un reloj de arena apareció, como por arte de magia, entre mis manos...  lo más asombroso era que el reloj no tocaba mi piel, permanecía envuelto en un aura luminosa flotando a una milésima sin llegar a rozar mis palmas. Mi cara de sorpresa tuvo que ser mayúscula pues el caminante sonrió dulcemente con cara de comprender mi impresión.

        -¡Qué demonios...! -grité mientras saltaba hacia detrás dando palmadas en un intento de hacer desaparecer el susodicho reloj.

        -No te preocupes, ya te he dicho que no te pertenece pues no es tu tiempo el que cuenta. Tienes que estar atento a las señales, hazme caso, las señales serán las que te indique lo que tienes que hacer, ve con Dios pues solo Él puede dar sentido a tu vida.