lunes, 4 de mayo de 2015

El emisario del Tiempo I

   La tarde se me echó encima, el camino se me hacía lento pero no cansino; pues estaba disfrutando de cada momento, de cada vista que el paisaje me ofrecía y, sobre todo, del silencio que tanto me acompaña en mis paseos. El caminante se me echó encima casi sin darme cuenta, por un momento sentí miedo, su aspecto no era muy halagüeño pero cuando intercambió un saludo al cruzarnos toda reticencia por mi parte se diluyó: su voz era tan dulce y profunda que nada malo podía salir de tan armoniosa sentencia: "Buenas tardes nos de Dios, y que sea él mismo el que te acompañe y guíe". me dijo mientras cruzábamos nuestros pasos. Por un momento no acerté a decir nada pues me pilló por sorpresa. Le miré a los ojos y solo alcancé a ver bondad en ellos. Por fin, ya alejado unos pasos del caminante, me volví y conteste: "Igualmente, amigo caminante, que Dios guíe tus pasos en esta tarde tan armoniosa que Él nos ha regalado para que la disfrutemos".

            -El reloj de arena que llevas en la mano no te pertenece. No es tu tiempo el que cuenta. -me contestó el viajero mientras daba vuelta a su cabeza mirándome con dulzura.

           -No acierto a comprender qué quieres decir,  no llevo ningún reloj en mis manos y menos aún de arena...

           -Mira bien entre tus manos- me dijo mientras hacía alto en su camino y se volvía para ponerse frente a mí.

    Para mi asombro, un reloj de arena apareció, como por arte de magia, entre mis manos...  lo más asombroso era que el reloj no tocaba mi piel, permanecía envuelto en un aura luminosa flotando a una milésima sin llegar a rozar mis palmas. Mi cara de sorpresa tuvo que ser mayúscula pues el caminante sonrió dulcemente con cara de comprender mi impresión.

        -¡Qué demonios...! -grité mientras saltaba hacia detrás dando palmadas en un intento de hacer desaparecer el susodicho reloj.

        -No te preocupes, ya te he dicho que no te pertenece pues no es tu tiempo el que cuenta. Tienes que estar atento a las señales, hazme caso, las señales serán las que te indique lo que tienes que hacer, ve con Dios pues solo Él puede dar sentido a tu vida.

 


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