martes, 9 de diciembre de 2014

Cosas que pasan.

  la frontera se ha llenado de soldados bien pertrechados y armados hasta los dientes. Julio, con el hatillo al hombro y cara de circunstancias, se acerca hasta la misma línea de la frontera como cada tarde a la vuelta de su trabajo. El soldado apostado en la garita se echa el fusil a la espalda y se le acerca levantando su mano derecha.

                   - ¡Alto! ¿Dónde va usted?- Le grita el guardia al pobre campesino.

                   - No, si yo no voy a ninguna parte . . . Vuelvo.

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