martes, 8 de abril de 2014

Huida cobarde.

  Con la urgencia por montera y el destino por desvelar (cualquiera donde las preguntas no vayan más allá del estado del tiempo) el equipaje ocupa lo que dos billetes en la cartera. ¿La urgencia sin despedida . . .? Quien sabe, quizás sólo sea escapar de uno mismo; o de alguien, o de alguien y uno mismo, o de todos (y de todo). Y ahora me voy -digo abonico cerrando la puerta muy despacio-, a lo que se me viene a la cabeza la máxima de mi madre: "Hijo ve donde quieras . . . ¡Pero  a las once en casa!".

2 comentarios:

  1. Una sonrisa recordando algo que a todos nos ha ocurrido alguna vez.
    Un abrazo.

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  2. Una combinación muy bien conseguida entre una atmósfera de misterio y desazón con un final cotidiano, humorístico y sorprendente ¡Bravo!
    Veo que llevas una racha imparable de creación. Tu Jhericó y el Nigromante es una gran novela negra. Ánimo y a seguir en esa línea. Un abrazo y recuerdos a Pepa y a la familia.

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