sábado, 7 de septiembre de 2013

La silla.



  Como cada día, María saca la silla de su hombre y
la apoya sobre la pared encalada, justo en el sitio
que a él le gusta: en media hora, la parra cubrirá
con su sombra el porche y dejará pasar el aire
de levante, refrescando el ambiente y dejando un
dulce aroma.
  María, terminadas sus labores, arrastra su escabel
hasta el porche, cerca de la silla de madera, en la que
se aprecia ya el paso del tiempo en su asiento de
esparto, deshilachado ya en algunos sitios.
  Hasta el atardecer hilará su ganchillo cruzando
alguna mirada con la silla, después, volverá a meter
los asientos en la casa y aguardará en la noche la
amanecida, para volver a sacar la silla y recostarla
contra la pared . . .

8 comentarios:

  1. Querido Paco, el hombre es un animal de costumbres porque encuentra en la rutina seguridad y confianza. En su sencillo describir, me ha gustado mucho tu texto.
    Un abrazo cordial, querido Paco, y deja un sitio bajo la parra para el viajero que llega inadvertido.

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  2. Ese tomar el fresco en el lugar de costumbre con esa brisa de Levante y esos gestos y diálogos que ampara la luna...Precioso.
    Abrazos.

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  3. Cada uno se construye su propia realidad y en este bello texto se aprecia como se puede ser feliz con solo un recuerdo y el lugar que físicamente ocupaba.
    Muy tierno!!! me encanto, Paco!!!
    Cariños....

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  4. Estampa cotidiana y de gran familiaridad para mi.
    Un abrazo.

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  5. Otro modo de ver pasar la vida, apoyada en una silla bajo de un parral. Así estaba yo en el día de ayer a la hora del mediodía.

    Un abrazo.

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  6. Vacía,pero llena del amor que pervive durante años por el que la ocupó...
    Una ternura de texto.
    Besos.

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  7. Cada uno ocupa su soledad como puede.

    Besos Paco, buena semana.

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  8. ¿...Quién ha dicho que las almas no necesitan su silla para sentarse cuando regresan?

    En muy pocas líneas nos has contado toda una vida. Qué bonito, Paco. Un abrazo muy fuerte de esta medio murcianica.

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