El aíre envuelve mi alma cual donjuán infiel que se desplaza por el tiempo, maldiciendo si volver cualquier tarde plomiza de primavera. Yo, que desconozco sus intenciones, me apresuro a descifrar su sentido cayendo en la cuenta: para el tiempo somos actores de reparto. Nunca volvemos a vivir el tiempo perdido; ni a sentir lo sentido, ni lo vivido. Todo se pierde con el tiempo envuelto en su manto azul y, en su cúpula del trueno, no hay contraofensiva: todo es limpio y nítido.
La muerte no existe tanto en cuanto contamos el tiempo en los andenes de la vida de aquellos trenes que esperamos... qué más da los amores que despidamos si en la espera contamos las hojas que caen de los sauces empujadas por ese aire que circunda las almas sentados en cualquier estación, en cualquier estación...
Tiempo de espera que nos enloquece a la vez que nos da la vida y nos regala poesías que cuentan las vivencias de una vida de contemplación que no nos pertenece; pero que hacemos nuestra a nuestros ojos porque en realidad "somos tejedores de sueños perdidos en la anacronía del tiempo".
Tiempo de espera, como bien dices.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ése es el eje del sentimiento, tienes un don para resumir con mucho acierto aquello que lees. Un fuerte abrazo.
EliminarTodo un tratado filosófico de lo que significa el paso del tiempo. La foto, preciosa. Un abrazo y que sigas disfrutando de aquellos paisajes tan inspiradores...
ResponderEliminarAmigo Armando, quién mejor que tú para saber de estos paisajes. Que sigas tan bien el verano junto a la family, Un fuerte abrazo.
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