Quedé mirando con ojitos de libertad a mi Mar Menor. Amanecía y el horizonte se incendiaba de colores rojizos impregnados de azules nebulosos cuando mi mente se iba lejos, libre, sin ataduras ni
concesiones espectrales... y fui libre; volé tan alto como las gaviotas, con ellas rocé las puntas de las nubes mientras el sol iba haciendo un hueco amarillento en el horizonte, allá en las salinas, detrás de las montañas níveas mi alma volaba, tan alta, tan libre. Al confín de todos mis anhelos, allende mis recuerdos se vuelven música y paz para mi alma.
Y ahora lloro, con el alma alegre y ese sabor agridulce de quien ha volado en libertad y lo quiere volver ha vivir cada minuto de su vida... contigo.
Hermoso vuelo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eres afortunado al poder disfrutar cada día de esos parajes y nosotros también por poder leer las emociones y sentimientos que te transmiten. Gracias por compartir esas vivencias. Un abrazo
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