Con el alma desgarrada
y la soledad por compañera,
el jardín se me muestra extraño
y augura un silencio que no me atrevo a romper.
La flor,
incendiada en mi pupila,
arranca deseos que me queman;
deseos que consumen fuerzas,
deseos que son malditos,
deseos que sólo son deseos... sólo deseos.
La nívea Luna aparece para aplacar el ardor,
aislando el fuego envolviéndolo en su frío tul.
Sólo una lágrima resbala por mi mejilla...
La deseo.
La deseo tanto que me abandonan las fuerzas.
Mañana.
Siempre mañana...
El poema está lleno de fuerza y emotividad. Acaso, querido Paco, porque nos pasamos la vida abriendo camino al deseo. Un fuerte abrazo y feliz noche.
ResponderEliminarIgualmente amigo, siempre tan atento, Un abrazo virtual.
EliminarAñoramos y queremos muchas veces lo imposible...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo.
Amigo Rafael, siempre con esa frase que define tan bien los sentimientos. Lo imposible algunas veces no queremos alcanzarlo. Un abrazo.
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