Las gotas de lluvia van golpeando mi cara en agujas tan frías como el acero de mi cuchillo, pero no tan mortales, me enjugo la humedad con la manga del jersey, que tapa ya menos que uno hecho de ganchillo, y continúo mi camino hacia ninguna parte, eso sí, preparado para todo y contra todos porque cuando el mundo se pone de culo, todo y todos parecen confabularse para hacer que caigas en la parte del charco donde haya más barro. Aprieto mis labios, saco los nudillos a pasear y golpeo con decisión la puerta: "¿Se puede?" -es todo lo que sale de mi boca-. Dentro una voz femenina, que denota simpatía, me contesta animándome a pasar:
-¡Buenos días!- espeto sin presentarme pero ofreciendo la mejor de mis sonrisas.
-Hola, Buenos días . . . ¿Le puedo ayudar en algo?- me dice la chica mientras intercambiamos miradas.
- Hombre, si tienes algún trabajo para mí, con eso me daría por satisfecho . . .- le digo a la chica sin pensar, como si la conociera de toda la vida.- ¡Ejem . . .! perdone. Voy buscando trabajo y me preguntaba si podía dejarle el curriculum, por si hubiera suerte.- termino diciendo algo más serio que al comienzo.
La secretaria, me dedica una sonrisa con cara de circunstancias, mientras recoge el folio con toda mi vida plasmada en él.
- De momento no hay nada -me dice con cara de circunstancias-, lo dejaré en la oficina de personal, nunca se sabe . . .
-Muchas gracias, ya sé que está mal la cosa, pero aunque sea para cubrir vacaciones, lo que sea, me adapto a todo . . . Bueno gracias por tu amabilidad, no la entretengo más . . .
La secretaria se me queda mirando con cara de circunstancias, a la vez que me dedica una sonrisa.Ya cuando iba a salir, con el picaporte de la puerta sujetado para abrirla, la secretaria esboza un carraspeo a la vez que me indica por señas la posición en la que va a dejar el folio en el que va reflejada mi vida: hace la simulación de un montón de folios con sus delgadas manos, a la vez que simula dejarlo debajo, mientras pone cara de desaprobación negando con la cabeza, entonces sonríe y simula dejarlo encima para que se vea bien, quedando el primero y asintiendo entonces con una sonrisa en su boca . . .
Al salir le guiño un ojo seguido de mi mejor sonrisa junto con un gesto de aprobación-agradecimiento. Cuando salgo a la calle, la realidad me vuelve a golpear con la peor de sus crudezas; saco mi agenda, tacho el nombre del negocio, sonrío y miro la siguiente dirección mientras pienso:"A por ellos, que son pocos y huyen" Jajaja, ¡cómo me gusta esta frase!
El tiempo no deja respiro y en el paro menos, así que, con la frase hecha de "menos es más" enarbolada cual bandera, aprieto mis zapatos contra el asfalto, como si quisiera limpiarlos de pesado barro, me remeto los faldones, aclaro mi garganta y enfilo en dirección a una nueva aventura con el folio de mi vida protegido de las inclemencias del tiempo en un portafolios de plástico -hay que estar en todos los detalles-. Quedo mirándolo y una sombra cruza cual pájaro de mal agüero: Qué poco hay escrito en él, y qué larga va siendo ya mi vida. Ésta que, a últimas, tengo que encarar "A cara de perro".
Pues sí, Paco, "a cara de perro", como bien dices.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael, es lo que toca hoy día.
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