La calma es compañera traviesa
y juega con las olas
en esa divertida cadencia
que supone no hacer nada.
Las gaviotas, aviesas sombras
sobre la arena, van marcando
el rumbo a contra viento.
Soy feliz al mirar hacia detrás,
sobre mis pasos marcados en arena y mar
me interrumpo en tu búsqueda.
Es ahora que caigo en la cuenta:
tú, de la tempestad, eres diosa.
Entonces clamo al viento de levante,
es hora de los cambios.
Tanta quietud y calma
sólo preceden por ti.
Ahora soy cual náufrago
pendiente de la mar;
del viento de levante,
de la templada calma que te precede,
de la tempestad.
Pequeña muestra de una "tormenta de verano"
ResponderEliminarUn abrazo.