Acostumbro a hacer
una crónica de aquello que me impacta y, por añadidura, se queda en mi retina
para hacerse hueco en mi interior; en esa luz blanca y pura que todos llevamos
dentro y que se va complementando con las vivencias que marcan nuestra vida.
Hoy me toca hablar de
Fernando López Miras. Lo hago desde el respeto, admiración y cercanía que él
mismo dispensa a todos y cada uno de sus murcianicos porque, sepan ustedes que Fernando López
Miras, cuando te habla lo hace mirándote a los ojos.
El día 6 de Marzo
tuve el placer de asistir a la presentación de la candidatura de Nicolás Ruiz Gómez
a la alcaldía de Los Alcázares y, la verdad sea dicha, me impresionó por su
cercanía, saber estar y esa claridad de ideas en una persona tan joven y preparada
a la vez. Hasta aquí todo bien pero ahora quiero centrarme en la intervención
del presidente.
Comenzó su discurso como siempre, intentado ser cercano,
amigable y usando un lenguaje que todos pudiesen comprender... hasta que saltó
la chispa que incendió ese toque mágico que te hace centrarte para comprender
que estás ante alguien que se está desnudando para mostrar quién es realmente,
para mostrarnos "La fuerza de sus raíces" aquello por lo que está
donde está, su verdadera razón sin tapujos y, cuando alguien logra eso, nada ni
nadie es capaz de rebatir su verdad, simplemente porque cuando el corazón habla
por tu boca todo lo demás sobra.
Hace tiempo hice una entrada parecida a esta en la que decía
que yo tengo un Don y es cierto: sé cuando alguien está diciendo la verdad y
Fernando López Miras decía verdad cuando, andando entre el público asistente,
se inclinó ante una mujer ya entrada en años y fijando su mirada en los ojos de
ella, con gesto serio y cara a cara le dijo: " Ahora quiero que me mire a
los ojos". Entonces se levantó, miró a los asistentes y nos dijo que le
miráramos a los ojos mientras con sus dedos hacía el gesto de que parte de su
cara era la que quería que centráramos nuestras miradas para que no hubiese
dudas. El momento fue tremendo, impactante y, a la vez, sincero como el
silencio que se produjo en la sala, pues cuando algo así sucede el silencio es
la antesala de esa verdad que está a punto de ser revelada sin que las palabra
medien entre los partícipes y Fernando López Miras hizo que todos le miráramos
a los ojos para hacernos sentir que él nos miraba a todos también. Cuando
alguien logra algo así no caben las mentiras y todos comprendimos que el único
miedo que tiene nuestro presidente es que nos dejemos engañar por promesas de
políticos que solo buscan el sillón donde sentar sus mentiras; que nos dejemos
engañar por esos falsos hacedores de milagros que luego tenemos que pagar; que
nos dejemos engañar por profetas de punto en blanco y contenido vacío. Ese es
su miedo porque le importamos nosotros, nuestra tierra donde hemos nacido,
donde vivimos y donde nuestros descendientes van a residir.
Nos mostró en el fondo de sus ojos, sin tapujos, sin sombras
ni rincones oscuros que su fuerza, esa fuerza de nuestras raíces reside en
nosotros mismos y solo si somos capaces de ver la verdad en los ojos de quién
nos habla seremos capaces de votar lo mejor para nosotros: Fernando López
Miras.
Aclaración para aquellos que quieran ver algo distinto a lo
que el que suscribe quiere expresar en esta carta abierta a quien quiera
leerla: La vida se la debo a mis padres, mis convicciones a mí mismo y las adulaciones
las odio. Tengo un Don -y como dije antes- me veo en la obligación expresarlo.
Si alguien ve otra cosa en mis escritos quizás, solo quizás es porque
"Piensa el ladrón que todos son de su condición". No os sienten mal
mis palabras pues no están escritas para hacer daño a nadie ni a nada, más
lejos de mi propósito que es simplemente contar aquello que se muestra a mis
ojos.
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