La mano sujeta el maletín con tal fuerza que Jorge siente como se engarrotan sus músculos. La nieve ha dejado el rastro rojo de su sangre tan a la vista y el olfato que siente ya el aliento de los lobos en su nuca. Mira hacia arriba sin dejar de correr, el cielo es azul como el mar en calma, pero eso no es lo que le preocupa: su pierna sí. Se ha hecho una raja tan grande que alcanza a ver el hueso y los músculos van a su aire dando bandazos de un lado a otro. «Tengo que parar... o moriré desangrado» se dice sin dejar de correr... Cuando vuelve la vista al frente lo ve: Un lobo gris, con los ojos azules, casi un reflejo del cielo; «bello animal», sin duda, sino fuera porque está plantado delante de él enseñándole los dientes y con una aptitud poco amigable.
Jorge se para en seco mientras le viene a la cabeza un episodio de "El hombre y la Tierra" aunque no alcanza a saber por qué. Sabe que era sobre los lobos... Ah, ya recuerda, cazaban en manada, el lobo que hay delante es un señuelo para que retroceda y entonces la manada se le echará encima...
Jorge echa cuentas desde que ha tenido el accidente del helicóptero, tras la pelea por el maletín lleno de dinero y la pistola que surge Dios sabe de dónde. Cierra los ojos instintivamente tras recordar el disparo y cómo el aparato ha caído sin remisión en la nieve, y dando gracias, pues en parte ha amortiguado el golpe... pero los lobos han aparecido enseguida. A pesar de que su pierna está destrozada ha podido correr y ponerse a salvo... o eso creía hasta que el lobo que tiene en frente le enseña su terrorífica boca de forma no muy amigable y, además, tiene sangre en el morro. Jorge hace una mueca de dolor, pero no por su pierna herida sino porque comprende la suerte que han corrido sus compañeros de aventura: ¡Maldito dinero! grita mientras se levanta para correr en dirección al lobo amenazándolo con el maletín... no ve llegar por el flanco derecho a otro miembro de la manada de lobos; para cuando se da cuenta tiene encima varios ejemplares disputándose su carne y entonces hace lo único que puede hacer para acabar cuanto antes, estira su cuello y lo ofrece al mejor postor.
Final imprevisible, dentro del relato bien construído.
ResponderEliminarUn abrazo.