En la terraza desierta
amplios butacones llaman a tertulia,
a descanso placentero de libros sin abrir,
a silencios solitarios a la luz de la luna
que revierten la aciaga vida diaria
en el cuerdo bienestar tan necesitado,
tan comedido, tan íntimo.
Dulce fragancia al galán de noche, a jazmines níveos,
a sumisa flor de azahar, a los sueños por vivir...
Todo cabe en la terraza de los sueños
y nada puede quitarse
sin alterar ese gusto por lo profano;
ricas y buenas patatas de la Torre,
fritas con el aceitico de oliva
y una cerveza Estrella de Levante
metida en cubo de hielos.
¡Ay, de las cosas mundanas
que tanto placer producen
y tan poquico desgastan el bolsillo!
Así es, querido poeta, carpe diem; esa necesidad de disfrutar del tiempo porque como el río de Heráclito nunca nos deja bañarnos dos veces. Un fuerte abrazo y enhorabuena por la entrada de hoy.
ResponderEliminarQué bien lo dices, amigo, cuando leo la palabra poeta escrita por ti, me pongo "colorao" me viene grande. Un fuerte abrazo y enhorabuena a ti por tus éxitos en Madrid, que en la distancia se me antojan muchos y muy buenos.
EliminarMomento bucólico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Rafael, siempre con la palabra justa para definir con acierto. Un abrazo de gratitud para ti.
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