Iba saltando de piedra en piedra por la mota tratando de pisar todas las nubes que se reflejaban en el agua; era tan temprano que no distinguía el cielo del mar, Un hombre pasó a mi lado muy despacio mientras se reía de ver como iba saltando de una nube a otra y veía mi decepción cuando las nubes desaparecían bajo mis pies. Se acercó a mí y me dijo: "pobre iluso, nunca podrás subir en una nube, lo que pisas es agua, las nubes están allá arriba en el cielo". Y se marchó. Yo seguí jugando a montarme en las nubes.
Ya de vuelta del segundo molino, el de la Calcetera, el hombre se paró de nuevo a mi lado cuando vio que yo seguía jugando a atrapar nubes en el agua; Tomó asiento en el banco de madera y estuvo un buen rato observándome.
-¿Dime niño, no te cansas de perseguir las nubes?
-En el agua no- le contesté mirándole a los ojos.
-Y dónde querías perseguirlas sino en el agua... ¿en el cielo?
-Algunas veces lo he intentado pero por mucho que salto no llego, aquí, en el agua, por lo menos puedo pisarlas, aunque en seguida se difuminan.
-Chico, tú estás mal de la cabeza. nunca podrás subirte a una nube, por mucho que lo intentes.
-Eso ya lo sé, pero ahora explícaselo a la nube que está debajo de mis pies...
Precisamente son esos niños los que persiguen a las nubes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Rafael, yo mismo lo he hecho miles de veces en mi Mar Menor. Gracias por tu apunte, siempre tan próximo y certero. Un fuerte abrazo.
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