Vino a mí el aire y cuando me impregnó con sus caricias quedó entretenido en mis cabellos, me subí en su basquiña para volar muy lejos; con las prisas evadidas, con la vida en el punto de mira, con la esperanza por montera y tu rostro en mis pupilas.
Ahora me dejo llevar.
El aire y el viento siempre deja algo en los cabellos.
ResponderEliminarUn abrazo.