Hoy es la última noche en mi casa, mañana me caso y comenzaré una nueva vida junto a mi mujer. Mi madre está muy contenta -o eso creía yo-. Lleva toda la tarde conmigo y no para de darme consejos, hacerme niñerías y cuando cree que no la veo suspira. Me ha hecho una maleta con las últimas cosas del ajuar, como ella llama a todas esas cosas que me ha comprado. La he mirado dulcemente, me ha llamado pavo y ha seguido en sus trece delante y detrás mío. Entonces la he agarrado por la cintura -cosa que me dice que no le gusta, pero yo sé que sí- y le he preguntado: ¿Mamá, tienes una bolsa grande?.
No sé como pero se ha zafado de mí y ha sacado una bolsa de las del "Super" del bolsillo -increíble pero siempre lleva una, muy bien doblada-, me la ha tendido sin mirarme y antes de cogerla le he preguntado: ¿Cogerán aquí treinta años?. Se ha dado la vuelta me ha cogido en su regazo y hemos estado sin decir nada un montón de tiempo, no sé cuanto, pero han sido como treinta años concentrados. Se ha enjugado las lágrimas y rehaciéndose como sólo ella sabe hacerlo me ha llamado tonto y se ha marchado.
Sigue sacándome las sonrisas Paco, que es un buen síntoma. Gracias por tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Relatas pleno de sentimiento y tierno contenido amigo Paco.....
ResponderEliminarEs que para una madre uno es un niño hasta que se muere.
ResponderEliminarSaludos
Genial Paco, gracias por tus letras
ResponderEliminar"¿Cogerán aquí treinta años?..." ¡GENIAL!
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