En su mirada deambula desde hace algún tiempo una sombra. Más que dejarse ver, asoma entre tinieblas cuando fija sus pupilas para mirar a ninguna parte. Solo su sonrisa es capaz de despuntar una amanecida en esa niña de sus ojitos que se desvanece como bruma en el mar, en silencio, en busca de una paz que se le niega; solo por el hecho de vivir una vida, tan larga, que ahora añora el óbito de quien fue su amante compaña.
Junto a su mirada, colgando de su memoria, entrelaza las vivencias que deambulan deslizándose por los surcos de sus pliegues; versando que nada hay peor en esta vida que la desesperanza de sobrevivir con los cuervos que te sacarán los ojos. Mientras, piensa que la vida es muy larga pero que pasa tan deprisa, que las venturas se cuentan en chistes y las desdichas en largos cuentos sin acabar.
La esperanza de la jubilación del agravio, en el paraíso de una nueva vida, junto a ese ángel que le espera, y el reflejo en mis pupilas del amor procesado e inmortal, es lo que mitiga, en parte, el dolor de ausentarse de una vida, en la que su concurso, para ella, está de más.
La esperanza siempre es una llama viva.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tocayo, dices bien: la dicha a penas da para un cántico, una alabanza; mientras que la desventura para una novela. Ojalá en tu vida personal sólo encuentres materia para una coplilla.
ResponderEliminarUn abrazo.
"nada hay peor en esta vida que la desesperanza de sobrevivir con los cuervos que te sacarán los ojos"
ResponderEliminarTu texto devela la naturaleza de nuestra vida, es sobrecogedor, pero más aún esta frase que cito. Es impactante, dan ganas de arrancar.
Un abrazo Paco. Un gusto leerte. Besos.