Cojo, entre las mías, las gastadas manos de mi madre. Me mira a los ojos y veo en ellos el cansancio del tiempo, la tristeza de haber vivido ya de más y busca un descanso que se le hace cuesta arriba. Su mundo desapareció y el que hoy habita no le interesa.
- Mamá, ¿quieres que te lleve al cementerio? Es el día de todos los Santos.
- Hijo, allí no hay nadie, sólo polvo y huesos, los míos están aquí conmigo, "Toicos" los días mi "pare y mi mare", los "abuelicos", me acompañan- me dice mirando a ambos lados, como si en verdad estuvieran allí.- Ah, por cierto, me han dicho que eres un buen hijo, que ven como "toicos" los días vienes a verme y se fijan en cómo me miras.
- Claro Mamá, pero ahora descansa.
Despacio suelto sus manos, me vuelve a mirar y vuelvo a sentir ese vacío sempiterno de quien ha abandonado este mundo hace ya algunos años.
Preciosas letras Paco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael, tengo que decirte, con el corazón en la mano, que este micro es un homenaje a mi madre, tiene 90 años y a estas alturas de su vida, está pasando por un episodio personal que no lo querría ni para su peor enemigo. Gracias Rafael por estar ahí siempre.
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