Todos los pasos son testigos de mi vida,
Hasta los que me llevan al infierno
Hacen mella en mi piel
Pero . . . Ay, -dulce sueño-
Cada uno de ellos lleva tatuado tu nombre
No más noches de espera
Ninguna noche más en vela
Sólo, sólo una vez más,
Para saber . . . que estás.
El aire que me quita la respiración
Me acerca el beso de tus labios
El tesón de mi loca cordura
Volveré porque sí.
Volveré encerrado en esta piel
Vestido entre la tuya
Serán mis huellas -junto a las tuyas-
Porque sé hacia dónde se dirigen
Y sé que Tú estarás al final
Pero lo quiero ahora - te quiero a ti-
El final suena muy lejano
Y no sé si podré vivir de tu recuerdo.
Una bella poesía, dulce y llena de entrega hacia ese amor que acompaña las huellas del poeta, y sin embargo parece ausente en el momento del recuerdo.
ResponderEliminarPreciosas letras que me ha encantado leer.
Un abrazo.
Sin duda esas huellas de tus pasos vuelven siempre a la figura amada.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Dulce poema amoroso, querido Paco.
ResponderEliminar¿Sabes? Te sienta muy bien el verso libre. Muy elegante, sí señor.
Un beso grande, grande.
El amor se acrecienta en la ausencia, más bien el deseo, pero necesita del encuentro, de las miradas, de los arrumacos y las sonrisas bobaliconas. Sí, el amor es decididamente encuentro.
ResponderEliminarUn abrazo.
La ausencia duele, pero inspira bellos poemas, como si con ellos recuperáramos parte de lo perdido, ponemos alas a los deseos, a las caricias y a los besos a ese destinatario cuyas señas están grabadas en el corazón.
ResponderEliminarMuy poético y sentimental, Paco. Así somos los humanos cuando el amor es nuestro inquilino.
Un abrazo