Bajo el palio celestial
sigo mi camino
casi, casi sin mirar atrás.
Solo vuelvo mi cabeza
para echar una ojeada,
cuando la luz
se abre camino,
para mostrarme
cuanta es la paciencia
que otorga la templanza.
Si el resplandor del relámpago
es solo el halo,
la fascinación
transforma el aire
cuando lo cruza el rayo.
Ahora que puedo respirar
sin que las marcas
hiendan mi cara
( malditas mascarillas )
el viento se luce a mi vista
para recoger la grandeza
y hacer de mí
esa gota de agua
que se hace marea
confundida en esa mar
en ese mar
que me revela su grandeza.
UN poema para reflexionar. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarGracias amigo Carlos. Esta foto la hice en la playa y me hizo ver lo pequeño que soy. Un abrazo.
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