Cuando te difuminas en mi mente
te imagino y salgo en tu defensa:
tus manos, tu rostro, la piel canela
que se mezcla con el tacto de seda
y ese dulce sabor a mar...
Cuando ensombreces mi lucidez,
la enredas en tu contorno desnudo
para retorcer el embozo níveo
evidenciando aquello que es oculto:
quedo sumiso sin recurso de amparo.
Cuando cedes aunando lo velado,
y suspiras palabras de frenesí
entre lamentos de dulce miel,
anulas mi juicio al promulgar
aquello que necesitas de mí
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