Ya no me miro en ti;
el reflejo se pierde
en tu espejo empañado.
Siento lo ocurrido,
a Dios pongo por testigo,
e intento entender aquello
que me era tan temido.
Y solo las lágrimas cristalinas
impregnan de sentido
tus aguas oscuras:
tus racimos de algas putrefactas
taponan mi raciocinio.
Mi reflejo en tus aguas
se pierde en la memoria
de ese chaval inocente
que, sentado en tus orilla,
imaginaba el mundo
tan limpio, tan cristalino,
de un futuro tan tuyo
como mío, tan mío
como tuyo, tan nuestro
y que ahora, empañado,
no acierto a ver, pero sí a sentir
que ya no sigues aquí,
a mi lado, conmigo.
Y me duele más a mí en tu orilla
verte así, mirarte así,
contemplarte así.
Lo que más me duele
es no saber si volverás algún día,
si podré verte como antes
y mimarte en las amanecidas
que aún me queden por estar
contemplándote en tu orilla.
Un poema precioso y dolido por las circunstancias que atraviesa este mar que tanto ha dado a los que hemos pasado por él.
ResponderEliminarMe gustó mucho leer este sentido poema.
Estuve todo el mes de junio este verano en Lo Pagan.
Un saludo.
Muchas gracias Elda, lo que más siento es que yo nací aquí y verlo así es lo que más me duele. Un abrazo.
Eliminar