En el diario, la vorágine se vuelve costumbre,
el paso se aprieta para llegar a ninguna parte
dando prioridad a la meta.
Las aceras son obstáculos cuyos bolos a derribar
se cruzan en lineas bien trazadas; a vista de pájaro
el espacio vital es escudo ralo y falsario.
Sabemos adónde vamos solo cuando hemos llegado;
de la linea de salida, tan solo la partida es recordada
como un punto referente, primario.
Vuelvo sin la carga de lo acumulado en el tiempo
pues los pies que arrastraron las primeras comparsas
pronto cambiaron al paso del tiempo.
Ahora, la templanza es calma, el paso de calvario
y la meta, aunque lejana, va trazada ya en el camino;
un nexo de unión entre meta y destino.
Certeros y sabios pensamientos.
ResponderEliminarSaludos
¿Sabemos a dónde vamos...? No sé, Paco. A veces lo tenemos muy oscuro, pero seguimos.
ResponderEliminarUn abrazo.