Celebramos la palabra
para ennoblecer nuestros hechos;
pero nos quedamos sin ellas
cuando la barbarie las hace ausencia.
¿Qué hacer entonces?
Si el sentimiento reclama venganza;
la mente dicta prudencia
y la razón no asiste a nadie
porque nadie hace uso de la palabra.
Somos avezados traviesos en ciencia;
celosos gregarios de la tecnología
para unirnos en mundos virtuales.
A la postre, oímos tambores de guerra
y todo queda en la nada
colgado de un botón rojo.
El mismo del principio de los tiempos
en los que empezamos a usar la palabra.
Nada hemos aprendido,
salvo ausentar la palabra
cuando hablan las armas.
Me gusta la reflexión que haces, tocayo. Si hiciéramos un buen uso de la palabra, seguro que a todos nos iría mucho mejor, pero recurrimos a las armas cuando la razón no puede apoyarnos; entonces violentamos todo y finalmente recurrimos a la palabra para que dé por válido lo que no es posible desde la razón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tocayo, qué bien me conoces, lo explicas mejor que yo. Gracias y un fuerte abrazo.
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