El día era claro y la brisa me acercaba el sabor de la sal a mi
boca. Todo estaba tan nítido que casi hacía daño a la vista.
No había nubes, el sol resplandecía y mis cansados pies ya
pedían que les diese un poco de descanso. Sentado en un
banco frente a la playa, y con la brisa dándome en la cara,
no sentí la presencia de un hombre que, sentado en el otro
extremo del banco, se había quitado sus zapatos, calcetines
incluidos, y resoplaba, cada cierto tiempo, por el alivio que le
producía el cambio de estado de sus pies.
Con mis ojos cerrados, sólo oía al hombre como se quejaba
y lamentaba cada vez más fuerte: "Señor, Qué placer tan
grande produce el descalzarnos". Pensé.
y lamentaba cada vez más fuerte: "Señor, Qué placer tan
grande produce el descalzarnos". Pensé.
Me levanté y continué andando ensimismado en mis pensamientos.
Al día siguiente acompañé a mi mujer al supermercado y, cuando
estábamos en la cola de la caja, escuché como dos vecinas
estaban comentando un suceso que ocurrió el día anterior en
el paseo de la playa. Al parecer, un señor murió de un infarto
sentado en un banco: "pobre hombre, dicen que murió tranquilo
y en paz, con los zapatos quitados y mirando a la mar". Dijo la
señora que iba delante nuestro.
estábamos en la cola de la caja, escuché como dos vecinas
estaban comentando un suceso que ocurrió el día anterior en
el paseo de la playa. Al parecer, un señor murió de un infarto
sentado en un banco: "pobre hombre, dicen que murió tranquilo
y en paz, con los zapatos quitados y mirando a la mar". Dijo la
señora que iba delante nuestro.
El suceso emociona, querido Paco, y causa asentimiento. No es una mala forma de marcharse, hacerlo con el mar en la retina y con la sensación de que la felicidad de lo diario es humilde y placentera, como descalzarse.
ResponderEliminarUn relato es bueno cuando es verosímil, cuando convierte una anécdota en una lectura a recordar. El tuyo lo es: enhorabuena y un abrazo de afecto.
Es el segundo relato de tu autoría, Paco, en el que encuentro una historia cortita que desemboca en un final de tragedia dudosa. Es curioso como plasmas con sencillez algo trascendental.
ResponderEliminarun placer
Que impresión te debe haber dado protagonizar el hecho de tu relato. Claro, preciso,sencillo y aleccionador Paco!!!!
ResponderEliminarSiento la confusión, es solo un relato.
EliminarGracias por tu comentario.
Este es la revés del dicho que dice: morir con las botas puestas. Bueno, tiene otra connotación, claro está! ... En este caso a mi me produce ternura y paz la forma de morir del personaje que escogiste para tu linda historia. Y es que la muerte a nadie nos debe sorprender, porque ya sabemos que todos moriremos, sólo poedmos diferenciar entre una y otra, la forma. Ojalá todos pudiésemos, con paz y amor..., desear morir de una forma u otra y que eso se cumpliera. Pero la sociedad tiende a empanicarnos con la muerte y tenerle miedo... Ayyy... cuanto más debemos aprender de vivir y .... de morir!!! mucho!!! Gran historia amigo.
ResponderEliminarUn beso.
muy buen trabajo narrativo PACO
ResponderEliminarfelicitaciones
abrazos y feliz fin de semana
Conmovedora historia, Paco. Así suele pasar, que no queremos enterarnos de lo que pasa a nuestro alrededor. ¡Buen relato!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Un momento de tranquilidad y placidez para unos y para otros la vida acabándose, y como diciendo, disfruta de tu momento y de todos los que puedas, que nunca se sabe.
ResponderEliminarBuen finde Paco, besotes.
Hola Paco.
ResponderEliminarMurió en paz y descalzo. La verdad es que es una buena forma de despedirse del mundo: sobre todo en paz.
Muy buen relato, te felicito.
Un abrazo muy grande.
Como si supiese que iba a morir decidió hacerlo con toda la comodidad posible, y sino lo sabía al menos murió igualmente agusto y mirando al mar. Buena forma de morir, ya quisiera yo unam uerte así.
ResponderEliminarbesicos.
La Muerte, a veces, está muy cerca del entorno que transitamos.
ResponderEliminarEn cualquier caso, la muerte rápida y con ese paisaje es más llevadera y más fácil de asimilar...Muy buen Relato.
Abrazos.
Quizás fue una muerte feliz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato en primera persona y en un ambiente que te es muy conocido, querido Paco. Por eso se hace tan real y verosímil. También es un relato para hacernos reflexionar sobre las habladurías y nuestros pensamientos donde solemos prejuzgar sin conocer toda la verdad.
ResponderEliminarPaisano, me alegra saber que tus letras llegan a través de tu blog a todos nosotros porque hay mucha humanidad y talento en ellas.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
A mí no me importaría morir así, con ese bello paisaje y relajada... eso sí cuando sea muy mayor :)
ResponderEliminarMuy bueno Paco. Enhorabuena.
Un beso grande.